jueves, 15 de octubre de 2009

¡Taxi!


¡Taxi!

 

Guión para  corto de ficción.

25 minutos

 

 

JULIO CONTRERAS

2005

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Descripción del proyecto

 

¿Ha sentido alguna vez el deseo de hacer justicia por su propia mano sobre aquellos que lo han agredido, humillado e incluso asesinado a sus amigos, o a personas inocentes? ¿Qué haría si tuviera la oportunidad de hacerlo?

 

Taxi busca  ver representada esa  sensación, la de la posibilidad de aplicar justicia por mano propia y aplicar como castigo la muerte. Veremos al protagonista eligiendo entre la opción que algunos de sus compañeros taxistas comparten, eliminar al asaltante que tanto daño causa, o liberarlo para darle una segunda oportunidad.

  

En Colombia, donde reinan la impunidad y hacer justicia por la propia mano, donde existen grupos de limpieza socialy la gente se asocia para defenderse de la delincuencia,  donde la vida para algunos vale muy poco y muchos avalarían la pena de muerte. En Colombia vale la pena poner en escena la situación de confrontación cotidiana, de guerra diaria en la que somos verdaderos sobrevivientes de cada día que pasa. Pero sobre todo, es importante ver en el espejo, nuestros pensamientos, sentimientos y actos en relación con el valor de la vida. Por eso el protagonista de ¡Taxi!, se encuentra  nuevamente con el atracador que lo ha humillado, pero esta vez los papeles han cambiado y ahora no es víctima sino que puede ser verdugo. Ahora  tiene una pistola en su mano, puede, si quiere, hacer lo que algunos de sus compañeros harían, eliminarlo y así hacer justicia por todos los taxistas asaltados y asesinados en los últimos meses y “liberar al mundo de la plaga”. Todos los argumentos “lo  justifican” y las circunstancias lo favorecen. Sólo queda su libre albedrío y el sentimiento profundo de que la vida está por encima de todo. 

 

Taxi es un guión para un corto de unos veinticinco minutos, a realizarse en Video de alta definición y con bajo presupuesto: son dos personajes, tres locaciones, y un tono realista, apoyado  en los paisajes de la Bogotá contemporánea. Las tres cuartas partes de la película ocurren dentro del taxi. El  arte, refleja la decoración propia de  un Taxi bogotano y el vestuario y los objetos de la cotidianidad de  los dos personajes de ciudad. El sonido, registrado en directo, tiene un fuerte énfasis en los ruidos urbanos y unos tres minutos de música original.  En el montaje prima el corte directo y no se hace uso de efectos visuales, aunque sí algún tratamiento del sonido en el que se jerarquizan ciertos ruidos de la ciudad.

 

Historia en pocas líneas

 

Un ladrón, después de asaltar un taxista, da vuelta a su chaqueta doble faz y camina varias cuadras para parar otro taxi y completar el botín de la noche. Pero tiene tan mala suerte que  sube al mismo taxi  y se encuentra con el furioso taxista que le apunta con una pistola y le anuncia que va a pagar con la vida. En el momento en que el  taxista lo va a ejecutar en un lugar apartado, suena el celular del ladrón y el taxista confirma que tal como se lo dijo el ladrón, para que le perdonara la vida, la mujer está teniendo un hijo. Ante los ruegos del ladrón para ver aunque sea por una vez a su hijo, el taxista lo lleva al hospital con la advertencia de que luego cumplirán la sentencia. En el hospital, conocen al hijo, el taxista y el ladrón lo tienen entre sus manos y todo parece haberse resuelto pues el ladrón cree que el taxista lo ha perdonado cuando se ofrece a llevarlo por la ropa  para el niño. En realidad lo lleva al lugar de la ejecución, sorprendiendo al ladrón que en un momento de descuido se apodera de la pistola que el taxista ha dejado debajo del asiento donde siempre la guarda. El ladrón solo espera el momento para atacar al taxista, pero este finalmente el Taxita le dice que se puede ir, que lo vea como un regalo de su hijo recién nacido. El ladrón de aleja del carro agradecido y unos segundos después el taxista se da cuenta que se ha llevado la pistola.  

 

 

     

ARGUMENTO

Roberto, un joven atracador de taxistas en solitario, sube a un taxi y pone un filoso cuchillo en el cuello de Mariano, el taxista, para obligarlo a que le dé el dinero del producido y aunque  Mariano se resiste, al final no tiene otra que entregarle todo. Roberto se baja del taxi y se pierde en medio de las calles, mientras Mariano llama a sus compañeros y les informa que lo han asaltado, para que todos colaboren en la búsqueda del ladrón

Roberto camina rápidamente y mientras le da vuelta a su chaqueta doble faz, toma una pastilla de éxtasis y sigue caminando seguro de que  todo o va a salir bien. Roberto ve un taxi y automáticamente le saca la mano, el taxi sigue de largo pero más adelante frena repentinamente y retrocede. Roberto sube en el taxi y no tiene tiempo de repetir la amenaza de cuchillo, porque Mariano le está apuntando con una pistola. Sólo entonces se da cuenta de que  ha subido al mismo taxi. En la radio los taxistas hablan de la necesidad de atrapar al ladrón. Mariano mira a Roberto que ruega que lo perdone, le da miles de razones por las que lo robó y está dispuesto a devolverle la plata. Mariano le explica que algunos de sus compañeros no le perdonarían que lo dejara salir vivo y los va a llamar ahora mismo. Roberto angustiado le suplica que no los llame porque lo van a matar. Mariano entonces decide que tiene razón, no los va a llamar porque  esto es una cosa entre ellos dos y no tiene por qué involucrar a los compañeros, así que él mismo se va a hacer cargo. Los dos se dirigen a un lugar abandonado y allí, de rodillas,  Roberto le suplica que no lo mate y le confiesa que está a punto de tener un hijo y jura que es el último robo que iba  a hacer. Mariano en actitud fría, lo hace desvestirse y, mientras Roberto llora resignado a morir, le recuerda que a muchos de sus compañeros taxistas los han matado a sangre fría y todos tenían hijos. Roberto jura que nunca ha matado a nadie. En ese momento suena su celular insistentemente, Roberto le pide a Mariano que lo deje contestar, de seguro es su mujer que está teniendo el hijo, porque él la dejó en el hospital en la mañana. Mariano desconfiado responde y confirma que lo están llamado del hospital para avisarle que su mujer ya está en la sala de partos y esperan que se presente. Mariano duda por un momento, pero luego decide que se van los dos al hospital, ve a su hijo y luego siguen con lo que comenzaron. Roberto le da su palabra y Mariano lo amarra a su mano con una cuerda de cuero que tiene en la guantera, para asegurarse que no se va a volar. En el hospital, Roberto buscando la oportunidad  de escaparse pide ir al baño, pero Mariano no lo descuida ni por un momento, los dos se paran frente al orinal y conversan sobre los hijos y cómo nos cambian la vida. Ya en la sala de espera, aparece una enfermera con el recién nacido. Los dos se enternecen frente al niño y cuando la enfermera se lo lleva, Mariano le recuerda que deben cumplir con lo pactado y aunque Roberto quiere gritar  que lo han secuestrado, no lo hace y sale con Mariano. Aquí no se aclara la parte que le hace Mariano a Roberto sobre lo de la ropa del bebé?

En el camino Mariano le confiesa que jamás había pensado en matarlo y menos después de conocer el hijo tan hermoso que tiene, sólo quería darle un susto y entregarlo a la policía y es justamente lo que va a hacer. Roberto le agradece y le promete que le va a poner al hijo el nombre de Mariano en su honor. Al llegar frente a una estación de policía, Mariano mira al resignado Roberto y arranca nuevamente, afirmando que aunque no lo debería hacer, se puede ir, es el regalo de su hijo recién nacido, pero si alguna vez lo vuelve a ver en esas, no dudará en tirar del gatillo. Roberto le dice que es un gran tipo, se baja del auto y se aleja. Mariano arranca y cuando va a buscar  la pistola que ha puesto debajo del asiento, grande es su sorpresa, pues ya no está. ¡Roberto se la ha llevado!                  

 

Personajes

 

MARIANO

De unos 29 años, su paso por la Universidad donde se graduó de filósofo, lo hace diferente entre sus compañeros del gremio de los taxistas, donde es conocido como el filósofo” “Cabeza”?, por su manera de hablar y porque siempre lleva libros consigo. Varias veces se han trenzado en discusiones con ellos y en los últimos días las conversaciones han girado en torno a la pena de muerte que  deberían aplicar a los delincuentes, pues los atracos y las muertes entre los taxistas han aumentado aterradoramente. Mientras algunos compañeros de Mariano están decididos a capturar los delincuentes y matarlos ellos mismos, Mariano se opone, no en balde su tesis trató el tema de la pena de muerte y la mayor parte de los argumentos expuestos en ella están en contra. Mariano hace tres meses que conduce un taxi, pues  no encontró trabajo en su carrera y su tío le ha dado su taxi para que lo conduzca. Como Mariano tiene una esposa y un hijo de 1 año, a los que adora, tuvo que aceptar, pero siempre saca tiempo para leer y tomar notas.

 

ROBERTO

De unos veinticinco años, hace tres que se ha dedicado al robo y últimamente asalta taxistas. Lo hace solo, porque no se aguanta a nadie que le dé órdenes, además le gusta sentir la adrenalina y se siente muy seguro con la forma en la que lo hace. Su estrategia es provocar el mayor miedo posible en sus víctimas, humillándolos, no dándoles tiempo de pensar, tomar rápido el dinero y huir. Todo lo que se roba se lo gasta en darse la buena vida que incluye rumbas y droga. En la mañana ha dejado a su compañera en el hospital, pues va a tener un hijo, pero no es mucho lo que se espera de él, pues es irresponsable, sólo se interesa por sí mismo y su decadencia viene en aumento.       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ESCALETA

 

1. TAXI. INTERIOR. NOCHE

Mariano conduce el taxi sobre la fría y solitaria calle. La noche no ha sido buena, pero de repente  un pasajero como aparecido de la nada lo para y Mariano se anima. Roberto se sube, saluda y cuando está en posición saca el cuchillo, lo pone sobre la yugular de Mariano que trata de reaccionar, pero es demasiado tarde porque ya está sometido. Roberto lo insulta y le exige que le entregue todo lo que tiene encaletado y que no trate de hacerse el inteligente, porque él conoce muy bien todos los trucos. Mariano trata de permanecer tranquilo, todo quiere menos salir herido, pero tampoco le hace gracia que lo roben olímpicamente y menos que lo amenacen con un cuchillo. Mariano finge buscar una de las caletas del dinero debajo del asiento, pero en realidad esta tratando de encontrar la pistola que lleva debajo del asiento para defenderse de los atracadores, un truco que le han enseñado sus amigos taxistas.  Sin embargo, no tiene suerte. La pistola se ha corrido del lugar donde la pone. Finalmente entrega todo el dinero y Roberto reniega porque no es nada, entonces lo hace entregarle la billetera, el radio, el reloj y las gafas y se baja, no sin antes asegurarse de bajar las llaves y dejar encerrado a Mariano, despidiéndose de él mientras pone las llaves sobre el techo del auto. Mariano se tira al piso del auto, encuentra la pistola, pero está encerrado y no puede salir en persecución del ladrón, que se pierde en medio de las calles. Mariano renegando de su suerte, llama a sus compañeros y les informa que lo han atracado. Muchos de ellos se disponen a buscar al ladrón para darle una lección.      

 

2. CALLE. EXTERIOR. NOCHE

Roberto sonríe, termina de guardar las cosas robadas y  mientras camina da vuelta a su chaqueta doble faz y cambia su peinado, asegurándose que no lo puedan reconocer. Se prepara para  asaltar el último taxi de la noche. Mirando para todos lados, acelera el paso y traga una pastilla de éxtasis.

 

3. TAXI. INTERIOR. NOCHE

Mariano no para de lamentar su suerte y da vueltas en su taxi buscando al ladrón, pero en la calle no hay un alma. En el asiento de al lado permanece la pistola y por el radio teléfono se escucha a los compañeros que no quieren dejar la búsqueda

 

4. TAXI. INTERIOR. NOCHE.

Roberto aparece al final de la calle y decidido saca la mano al taxi de Mariano que no alcanza a parar inmediatamente, pero se detiene más adelante. Después de un segundo el taxi empieza a retroceder. Roberto sonríe con aire triunfalista y con la misma rutina de antes, saluda mientras cierra la puerta y se prepara con su cuchillo, pero esta vez se encuentra con la sorpresa que Mariano le está apuntando con la pistola y se ufana de la suerte que tiene al volverlo a encontrar. Roberto queda helado, trata de manejar la situación, acepta que perdió, le pide disculpas y le entrega todo lo que le robó. En la radio los taxistas preguntan por la búsqueda, están ansiosos por encontrarlo. Mariano mira a Roberto, que le suplica que lo deje ir, pero Mariano le dice que sus amigos no se lo perdonarían y que lo mejor es decirles que ya lo atrapó. Roberto, casi llorando le pide que no lo haga, que de seguro lo van a matar y le explica que si roba, es porque lo necesita, que está a punto de tener un hijo y se había jurado que esta era el último robo de su vida. Mariano resuelve que no los va a llamar. Por una razón, si los llama seguro va a haber quien simplemente lo quiera entregar a la policía y seguro está en la calle al tercer día. Finalmente es un asunto entre los dos y no tiene por qué involucrar a los compañeros.

 

 

5. POTRERO. EXTERIOR. NOCHE.

Mariano llega a un terreno abandonado, estaciona el taxi y hace bajar a Roberto, que está atento a la primera oportunidad en que pueda correr. Mariano hace que se desnude y Roberto con lágrimas en los ojos le ruega que por lo que más quiera le perdone la vida, que lo haga por su hijo y Dios se lo recompensará. Mariano le recuerda que muchos de sus compañeros  taxistas han muerto en manos de tipos como él y la única manera de acabar con la plaga es eliminándola. Roberto jura que jamás ha matado a nadie, que por eso trabaja solo y que es cierto que va a dejar desde hoy el mal camino. Mariano se acerca amenazante. Roberto desnudo, se arrodilla y con lágrimas en los ojos le ruega a Dios para que no lo maten. Mariano lo observa y en ese momento suena un celular que Roberto ha dejado en el taxi. El silencio domina la escena, Roberto mira a Mariano suplicante y le pide que le deje contestar porque debe ser su mujer que está teniendo el hijo y le gustaría hablar por última vez con ella. Mariano sonríe irónico y le dice que no va a ser tan imbécil para dejarlo que se comunique con alguien. El teléfono suena insistentemente y Mariano decide contestar, entonces le confirman que es del hospital, que la mujer de Roberto está en la sala de partos y necesitan que alguien se haga presente.          

 

6. POTRERO. EXTERIOR. NOCHE

Mariano está sentado en el capo del taxi mirando a Roberto, que permanece arrodillado y temblando de frío. En el taxi suena el radio teléfono de los taxistas, que insisten en seguir buscando al ladrón. Mariano se levanta intempestivamente, le dice que recoja la ropa y se suba al taxi. Roberto no lo puede creer, hace un momento estaba despidiéndose de la vida y ahora Mariano cambia de idea.

 

7. TAXI, FRENTE AL HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE.

Mientras Mariano conduce, le deja claro a Roberto, que van al hospital, ven a su hijo y luego salen a terminar lo que habían comenzado. Roberto le da su palabra de que así será y los dos se alejan. Mariano detiene el taxi frente al hospital y antes de bajar amarra la mano (puede ser el cuello) de Roberto con una cuerda y la amarra a su mano para asegurarse que no se escape. Los dos entran muy juntos, las mangas se las chaquetas les disimula la cuerda y Mariano no descuida su pistola.

 

8. HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE

En la recepción Roberto pregunta por su esposa y le dicen que todavía está  en la sala de partos y deben esperar mientras los llaman. Los dos se sientan frente al reloj que avanza lentamente.

 

9. SALA DE ESPERA HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE

Roberto y Mariano permanecen en silencio. Roberto mira a Mariano y le dice que está muy nervioso y tiene ganas de ir al baño, que lo deje ir y regresa enseguida. Roberto lo mira y casi sin pensarlo lo desata, diciéndole que no se demore. Roberto no puede creer que le hayan dado semejante papayaso, se levanta del asiento camina rápidamente y sonríe, porque sabe que al otro lado de la puerta del baño está su libertad.

 

10 BAÑO. INTERIOR. NOCHE.

En el baño Roberto busca una ventana abierta, o una claraboya, pero desafortunadamente todo está sellado. Roberto reniega de su suerte, da vueltas en el interior del baño como un reo en la antesala de la silla eléctrica, Se detiene, piensa un  momento, insiste en las ventanas y en ese momento entra Mariano que se para en la puerta y sonríe aclarándole que no lo va a dejar ir tan fácilmente. Mariano se acerca,  amarra nuevamente la mano de Roberto, se para frente al orinal. Mariano se mira al espejo y le confiesa que nunca había tenido una situación como esa. Muchas veces había pensado en el momento de tener que matar a alguien, su tesis en la carrera de filosofía fue sobre la pena de muerte  y los argumentos que expuso eran en contra, pero ahora no le parece que sea tan difícil, e incluso le parece necesario para mantener equilibrada a la sociedad. Roberto no entiende cómo Mariano conduce un taxi teniendo un título y está seguro que una persona culta jamás mataría. Mariano le responde que son cosas del sistema, que tampoco termina de entender, pues son años quemándose las pestañas para que un día cualquiera un caco como él venga a asaltarlo.  Roberto, afirma que los dos son víctimas del sistema, pues él roba porque no quiere dejar morir a su hijo de hambre y por nada del mundo se va a dejar matar. Apenas salga del baño va a comenzar a gritar, por eso lo mejor es que lo deje ir. Mariano lo mira, no responde y sale del baño

 

11. SALA DE ESPERA HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE.

Los dos caminan por la sala en silencio, Roberto insiste en que lo suelte o se las va a tener que ver con la policía. Mariano no se inmuta y le asegura que si grita, quien va a terminar en la policía es él. Roberto incómodo se calma y trata de convencerlo de que un error lo comete cualquiera en la vida y merece que lo perdone. Mariano lo mira y le dice que lo mejor es esperar a ver qué pasa con su hijo. En ese momento aparece la enfermera que trae en los brazos al bebé para que lo vea el padre y luego llevarlo a hacerle los exámenes de rigor. Vemos cómo Roberto levanta a su hijo emocionado y las lágrimas escurren por su rostro, luego se lo pasa a Mariano que de repente se ve con el niño entre los brazos y la ternura lo invade. Finalmente la enfermera se lo lleva y les dice que puede visitar a la mujer en una media hora y debe traerle ropa y algunas cosas que necesita el niño. Los dos se miran. Roberto insiste en que no se va dejar matar y si no lo suelta  va a comenzar a gritar en ese momento. Mariano le dice que no sea bobo, que lo va a acompañar para que consiga las cosas de la mujer y luego ven. Roberto se tranquiliza y acepta.

 

12. TAXI. INTERIOR. NOCHE.

En el taxi Roberto le agradece a Mariano por su gesto y comenta entusiasmado lo que le va a comprar a su mujer y de nuevo lamenta haberlo atracado, sin duda es un buen hombre y ya ha aprendido la lección. Sólo le pide que lo deje libre y él le jura por su hijo que se va a regenerar. Mariano le anuncia que no va a poder ser, él tiene que cumplir con lo que se había propuesto y van al potrero de donde salieron; sólo aceptó lo de acompañarlo por la ropa, porque no quería que se le fuera. Roberto no puede creer que lo haya engañado y todavía siga pensando en matarlo. Mariano conduce el auto, mientras saca la pistola que le incomoda y la pone debajo del asiento. En un momento Roberto saca sus cosas y le dice a Mariano que se las entregue a la mujer, incluyendo una cadenita que le va a dejar a su hijo. La cadena se cae y Roberto se agacha a buscarla debajo de los asientos hasta que la encuentra y aprovecha para coger la pistola de debajo del asiento. Mariano toma las cosas las mira y le dice que cómo se le ocurre que le va a entregar eso. Roberto se lo ruega e insiste en que por eso mismo no lo mate.

 

13. ENTRADA POTRERO. INTERIOR. NOCHE

 

Mariano desata la mano  de Roberto y le dice que  ya no va a perder más tiempo, que se baje y le puede entregar las cosas a su hijo porque finalmente él no es un asesino. Y aunque debería entregarlo a la policía, sabe que ese niño merece una oportunidad. Que lo considere como el regalo que le da su hijo recién nacido, pero le asegura que si él, o alguno de sus compañeros lo vuelven a encontrar en las andadas, él es el primero en jalar del gatillo. Roberto le da las gracias y le promete que en su honor le va a poner su nombre a su hijo, se baja y se pierde entre las calles.

 

 

14. TAXI. EXTERIOR. NOCHE.

Mariano va arrancar su taxi y empieza a buscar la pistola que había puesto debajo del asiento, pero no la encuentra, entonces se tira debajo a buscarla y confirma que Roberto se la ha robado. Renegando arranca el taxi y se promete nunca más volver a ser tan imbécil.        

 

LA ESCENA FUNDE A NEGRO mientras escuchamos la radio de los taxistas que hacen chistes.

  

 

FIN

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1. CALLE. EXTERIOR NOCHE

Sobre la imagen en negro empiezan a aparecer los créditos, se escucha una sirena  de ambulancia que pasa, la imagen vuelve a quedar prácticamente en silencio y mientras terminan de pasar los créditos se escucha, casi imperceptible, el aullido de un perro. Aparece entonces  la imagen de una calle solitaria y un taxi pasa por el frente de la cámara.

 

CORTE DIRECTO A

 

2. TAXI. INTERIOR. NOCHE

 

Mariano conduce el taxi en la fría y solitaria noche que empaña los vidrios del carro. En voz baja tararea la canción de los Fabulosos Cadillacs “Gallo rojo”.   El trabajo no ha estado bueno, apenas si ha levantado un par de carreras, pero Mariano no baja la guardia.  El radio teléfono suena, anunciando carreras que están lejos de allí, Mariano niega con la cabeza y sigue adelante. Es un joven de unos 29  años, de cabello largo, muy bien peinado y atado con una cola que le hace dar un aspecto elegante y le sale muy bien con su chaqueta de gamuza y la camiseta blanca de cuello en V; en su oreja lleva l aro de oro que su mujer le regaló en el segundo año de casados. Mariano acelera u poco y de repente, en medio de las sombras, como si se tratara de una aparición, un pasajero le saca la mano. Se trata de Roberto, un hombre alto y muy delgado, de unos 26 años, vestido con ropa deportiva pero elegante y con los ojos rojos. Mariano se detiene y echa a andar el taxímetro.  Roberto abre la puerta, con una de sus manos, mientras la otra la tiene apretando un cuchillo dentro del bolsillo. Entra en el  carro, se sienta, cierra la puerta, se asegura de que no haya nadie por ahí, saluda  para darle confianza a Mariano que  mira por el espejo retrovisor la cara de su cliente.

 

ROBERTO. (Muy cortés y finge tiritar)

¡Jefe,  me cae del cielo, me estaba congelando!

 

MARIANO

Siempre hiela cuando calienta duro en el día. ¿A dónde vamos? 

 

Un segundo de silencio se apodera de la escena, Mariano levanta la cabeza para mirar nuevamente a su cliente por el espejo, pero no alcanza a reaccionar cuando  Roberto en un movimiento certero, como si lo hubiera ensayado muchas veces, saca el cuchillo y lo pone en la yugular de Mariano que siente el frío que recorre su cuerpo. Automáticamente desprende las manos del volante con la intención de defenderse, pero las deja a media marcha, porque Roberto ya lo ha agarrado del pelo con una mano y con la otra, presiona el cuchillo  hasta el punto que una gota de sangre se escurre por el cuello de Mariano, que no tiene otra que relajarse

 

ROBERTO

Arranque hijuepueta o lo ensarto. 

 

MARIANO (Asustado, intenta mirarlo)

¿…qué pasa? ¡tranquilo!

 

ROBERTO

No me mire, quiero el billete y no se guarde nada, porque lo quiebro.

 

MARIANO (Intentando manejar la situación)

Viejo,  se metió con el hombre equivocado, no he hecho un peso en toda la noche, el trabajo ha estado malo.

 

Roberto sin descuidar el cuchillo en el cuello, busca en los bolsillos de la chaqueta  de Mariano que está inmovilizado por la presión del cuchillo. Roberto no encuentra nada

                           ROBERTO

No me diga ¿Dónde tiene la caleta perro? Yo me conozco todos sus trucos,

 

Roberto lo  aprieta más, Mariano siente  cómo el hilo de sangre corre por su cuello     

 

MARIANO

No tengo caleta…( Mariano da muestras de dolor y en un movimiento instintivo trata e protegerse con la mano y en torno de ruego) ¡pilas que  me está cortando, no me vaya a joder por favor!

 

ROBERTO (Muy agresivo)

¿Sabe qué? Se ganó su chuzón, por llorona.

 

Roberto empuja aún más el cuchillo y hace el ademán de hundirlo del todo contra el cuello de Mariano, que retira inmediatamente la mano mientras en su rostro se dibuja  gesto de dolor. Por un segundo cierra los ojos de miedo, esperando la estocada.  Roberto lo tira del pelo. Mariano, ya no opone resistencia, sabe que lo mejor es tratar de salir de esa rápido y entonces  se mete la mano al bolsillo del pantalón, saca los billetes que tiene ahí y luego trata de inclinarse para poder meter la mano debajo del asiento. Roberto reacciona inmediatamente

 

ROBERTO (prevenido)

Cuidadito, no me vaya salir con guevonadas, ¿qué tiene ahí?

 

MARIANO (Con aire asustado)

Ahí guardo la plata. Le voy a dar todo lo que tengo, pero no me haga nada.

 

ROBERTO (Muy alerta, autoriza con un gesto de cabeza)

Sáquelo despacito y no se me haga el vivo.

 

Mariano mete la mano por debajo del asiento y tantea buscando la pistola que tiene encaletada. Se ha decidido, no va a permitir que lo roben así no más. La cámara nos muestra cómo la mano rodea una caja donde guarda el dinero y  la pistola, pero  sin suerte, porque cuando ya está a punto de agarrarla, Roberto, impaciente le tira del pelo y le hace ver a Mariano que no está jugando.

 

ROBERTO

¿Qué pasa, tengo yo que ir a sacarlo? Muévase para el otro lado, voy a revisar.

 

Roberto se prepara para pasarse adelante y buscar. En ese momento vuelve a sonar el radio teléfono y Mariano resignado con un movimiento rápido de la mano, recoge el dinero que está al lado de la pistola, y  lo entrega.

 

MARIANO

¡Tome! En serio, no he hecho más.

 

ROBERTO

Pero este cabrón… esto son puras chichihuas. (se impacienta)  No le da pena.

 

MARIANO

Le juro por mi hijo que no tengo más plata.

 

ROBERTO

Hijueputa, debería chuzarlo de una. Déme el radio.

 

 

Roberto, sin descuidar el cuchillo que sigue lastimando, recibe el radio que  Mariano le pasa, luego  se fija en la cadenita de oro que tiene en el cuello y se la arranca de un solo jalón. Mariano reacciona e intenta enfrentarlo con la mirada

 

MARIANO (Enojado y  firme)

¡La cadena no! Es un regalo de mi mujer.

 

ROBERTO

¿Qué? ¿Muy rabón?  (Lo mira desafiante y Mariano se controla)  Fresco papi que la perra de su mujer le puede comprar otra.

 

Roberto se fija que sobre el asiento del lado del conductor  hay un libro “Los principios de Anarquía” de Paul Valery, entonces  estira la mano  para cogerlo mientras sonríe burlón, lo levanta  y mira a Mariano.

 

ROBERTO

Así que la niña es culta, pero no tiene un peso. (Gritando)Párese  en la esquina hijueputa, porque me la va tener que chupar, yo no me voy a ir sin nada de aquí.

 

MARIANO

Pero cómo así, ya le di todo, yo solamente trabajo, no le hago mal a nadie.

 

ROBERTO  (Enfático)

Que se pare, se la va a tener que comer, por perezoso. Me va a chupar la verga hasta que yo quiera. 

 

MARIANO

Pero no sea dañado, cómo va a hacer eso.

 

Roberto, no agrega nada, pero  hunde suavemente el cuchillo en señal de advertencia y Mariano  para el carro cerca del andén, la calle está sola y oscura. Roberto espera un segundo para ver la actitud de Mariano, le quita el reloj de la muñeca,  toma la billetera del bolsillo y se dispone a bajarse, pero antes le da un tremendo golpe en el ojo  y lo clava contra el piso del carro.   

 

 

 

ROBERTO (Burlándose)

Pobre guevón, agradezca que me encontró relajado, porque si no lo voy es chuzando.

 

Roberto se baja rápidamente. Nos quedamos con  Mariano que se está recuperando del golpe y rápidamente se tira debajo del asiento, agarra la pistola para salir detrás de Roberto.

 

MARIANO (indignado)

Este cabrón no me va a robar así no más.

 

 Mariano por el afán, al levantarse, se da en la cabeza con el timón. Luego abre la puerta con dificultad, pero cuando sale a la calle ya Roberto se ha perdido en la oscuridad. Mariano se soba la cabeza, se deja caer en el asiento impotente y golpea de rabia el timón del carro.  Mariano toma el radio teléfono.

 

MARIANO

Aquí el 3-84 Me acaban de atracar, estoy en la calle 8 con caracas y es un tipo alto, flaco, de chaqueta azul y gafas.

 

Mariano mira para el lugar donde se  perdió Roberto, tratando de distinguir en medio de la oscuridad. Una densa neblina ha empañado el parabrisas y Mariano se soba con el dedo la pequeña punzada que Roberto le hizo con el cuchillo.  

 

LA ESCENA FUNDE A NEGRO, MIENTRAS SE ESCUCHA QUE LOS COMPAÑEROS RESPONDEN.

 

 

3. CALLE. EXTERIOR. NOCHE.

 

Roberto que camina rápido, da vuelta a una esquina, mira hacia atrás, se siente seguro y aminora el paso. Termina de guardar las cosas que acaba de robar, la billetera, el reloj y el radio del carro de Mariano. En actitud de ganador sonríe como si le divirtiera su fechoría. Luego sigue su camino, mientras se quita las gafas que tenía puestas;  luego se quita la chaqueta, le da vuelta y nos damos cuenta que es doble faz.  Se la pone nuevamente, y se peina de medio lado, seguro de que no lo van a reconocer. Todo esto lo hace mientras camina y como si fuera una rutina, luego para en la esquina, mira para todos lados, se decide y atraviesa la calle en busca de otra de las calles principales.

 

 

4. TAXI EN MOVIMIENTO. INTERIOR. NOCHE

Roberto  conduce por las calles, buscando en cada rincón al hombre que lo atracó, la rabia lo consume, nunca se había sentido tan impotente frente a una agresión. Sus compañeros  por el radio no paran de hacer comentarios. Están molestos porque desde hace algunas semanas los han venido atracando y ya han matado dos taxistas.

 

TAXISTA 1

No entiendo “Cabeza” cómo se deja atracar con un chuzo. Para qué compró el fierro, para tenerlo de adorno. ¿Por qué no quemó a ese malparido?

 

Mariano hace un gesto de disgusto con el comentario del taxista.

 

MARIANO (se defiende)

Tenía un cuchillo en el cuello, y no alcancé a sacar el fierro de la caleta. Cómo sea, ahora lo que importa es encontrarlo.

 

TAXISTA 2 ( Voz en el radioteléfono)

Que va “Cabeza”,  a esa pinta  no lo vuelve a ver ni en las curvas, debe estar bien encaletado. Ya lo dejó ir, ya perdió el año.

 

MARIANO (Enojado)

Pues, yo no me voy a dejar tumbar tan fácil, el desgraciado no se puede ir tan tranquilo. Si no me quieren ayudar, suerte.

 

TAXISTA 1

No se cabrié “Cabeza”, yo soy el primero que si lo veo le doy candela, pero hace media hora que lo atracó, si no lo pillamos ya paila, despídase de esa platica y vivos, muchachos, no podemos dejar que nos  sigan cagando.

 

 

Roberto interrumpe la comunicación, cuelga el auricular del radio teléfono y molesto niega con la cabeza, Entonces se concentra en su búsqueda sin pararle bolas  a lo que siguen diciendo los compañeros. Da vuelta a la esquina, la calle es oscura, Roberto, instintivamente mira la pistola que ha puesto al lado de su asiento y observa la acera del otro lado, pero no hay nadie, cuando vuelve la mirada, ve que un hombre está saliendo de la calle apresuradamente y  le saca la mano, pero como  está pendiente del ladrón  no se detiene inmediatamente. Por un minuto piensa, parece el atracador, mira el espejo retrovisor,  ata cabos y mete el freno. Las ruedas del taxi chirrean y frenan en seco.

 

 

5. CALLE. EXTERIOR. DÍA

 

Roberto mira el taxi que se ha detenido y permanece quieto con las luces rojas  encendidas. Cuando se decide a caminar para alcanzarlo,  el carro enciende las luces blancas y comienza a echar reversa lentamente como si estuviera acechando. Roberto mira con curiosidad, luego mira para todos lados, se siente el rey de la calle, invencible y toma impulso para abordar el taxi. Cuando el taxi llega a su lado y se detiene,  Roberto mete  la mano en el bolsillo, acaricia el cuchillo en su rito acostumbrado, abre  la puerta del carro y sube.

 

 

6. CARRO. INTERIOR. NOCHE.

      

Roberto se sienta, cierra la puerta con la misma rutina de la primera escena.

 

ROBERTO.

¡Compadre cae como del cielo, me estaba congelando en este frío tan bravo!

 

Roberto termina de cerrar la puerta, aprieta el cuchillo con sus manos y mientras lo saca se da la vuelta para sorprender a Mariano, pero se encuentra de frente con el cañón de la pistola que le apunta directamente a la frente y una leve sonrisa de satisfacción de  Mariano. El silencio se apodera de la escena por un segundo, los dos se miran a los ojos   

 

MARIANO

Esto no me lo va a creer nadie.

 

Roberto está pálido y todavía no reacciona. Mariano no le quita la mirada esperando su reacción. Como si el susto lo iluminara, Roberto finge ser víctima.

 

ROBERTO (fingiendo ser víctima de un atraco)

… no me haga nada llave… yo no tengo plata.

 

MARIANO

¿Ah no, y lo que me robó qué?

 

ROBERTO (finge estar sorprendido)

Cómo así, yo no he robado a nadie, yo voy para el hospital porque mi mujer va a tener un hijo, acabo de salir de la casa… 

 

MARIANO (No le da tiempo de terminar la frase)

No se haga el guevón. No papá, yo tengo buena retentiva y esa voz no se me olvida. (le acerca más el arma a la cara) Ahora sí, ¿Me va a chuzar? Pásese adelante (Gritando) rápido 

 

ROBERTO

Hermanito, le juro que está confundido…

 

MARIANO

¿De verdad creyó que quitándose la chaqueta y las gafas ya no lo reconocían?

 

ROBERTO

Pero yo no me he cambiado nada, le repito que acabo de salir porque mi mujer…

 

MARIANO

Claro cómo no y este chuzón qué, (le hace señas con la pistola para que se pase, Roberto resignado y con dificultad   pasa adelante) Saque lo que tiene en los bolsillos, con cuidado que ganas de meterle un tiro no me faltan.  (Roberto lo mira con la intención de insistir en que no es culpable, pero Mariano está indignado) Quihubo a ver que  no quiero ensuciar el carro (lo amenaza con el arma y muestra la rabia en su rostro. Roberto se da cuenta que está hablando muy en serio).

 

ROBERTO.

Está bien llave, usted gana, aquí están todas sus cosas. Vea, está todo.

 

Roberto empieza a sacar todo lo que tiene en los bolsillos. Saca la billetera, el reloj, el radio y lo pone sobre la consola del taxi.

 

MARIANO

Déle vuelta a los bolsillos y quiero ver el cuchillo 

 

 

Roberto saca el cuchillo y lo pone cuidadosamente sobre la consola, lo mira con la esperanza de poder hacer algo para defenderse, mira a Mariano que no le quita la vista de encima. Luego saca otras cosas, un bolígrafo,  unas papeletas de bazuco, un celular y le da vuelta a los bolsillos. Mariano estira la mano, recoge el cuchillo y lo tira por la ventana. El radio teléfono vuelve a sonar y los compañeros de Mariano vuelven a  bromear

 

TAXISTA 1 (Voz en el radioteléfono)

Cabeza, por qué tan callado, ya encontró al muñeco, estamos esperando, para  darle candela ya que usted no fue capaz. “Cabeza” ¡conteste! 

 

Mariano escucha y mira a Roberto que está blanco como un papel, le da una mirada al radio, se rasca la nariz y clava nuevamente los ojos en el rostro pálido de Roberto.

 

ROBERTO (Rogando)

Parcerito déjeme ir…

 

MARIANO (niega con la cabeza, y disfrutando de su suerte)

Ni lo sueñe, de esta no se salva, no después de lo que me hizo. Además mis compañeros se mueren por verlo y no me perdonarían. Es más los voy a llamar, les va a encantar la noticia.

 

Mariano sin quitarle la mirada de encima  toma el auricular del radio con la intención de hablar con los compañeros. Roberto está temblando, buscando la manera de huir y lo mira suplicante.

 

ROBERTO (Rogando)

Hermano no los llame, esos manes son capaces de matarme.

 

MARIANO

Claro, qué cree, que lo vamos a dejar ir para que nos siga jodiendo.

 

ROBERTO (Muy asustado busca razones como puede)

Por favor, le pido perdón por lo que le hice, le juro que no lo iba a chuzar, mire que voy a tener un  hijo, si me toca robar es porque  no tengo para pagar el hospital, pero le juro que esta era la última vez. No los llame

 

Mariano piensa por un momento, sin quitarle la mirada a Roberto que en actitud sumisa espera  el perdón de Mariano

 

MARIANO (decidido asiente con la cabeza)

Está bien, no los voy a llamar.

 

ROBERTO (Se le iluminan los ojos, cree que se ha salvado)

Gracias llave, gracias yo sabía que usted es buena gente, mi Dios se lo ha de pagar y le prometo que si me deja ir, me voy por la buena. 

 

MARIANO (en una especie de auto reflexión)

Yo mismo lo voy a quebrar, total entre menos gente se entere mejor. Acurrúquese en el piso con la cabeza para allá.

 

ROBERTO

Pero hermano…

 

MARIANO (Lo corta)

Yo no soy su hermano. Quihubo a ver, en el piso hijueputa y con las manos donde las vea.

 

Lo amenaza  con la pistola. Roberto con gesto suplicante, pero resignado se arrodilla y pone la cara contra el piso y las manos en la espalda quedando en una posición muy incomoda. Mariano enciende el carro y arranca, con una mano dirige el volante y con la otra está pendiente de la pistola.

 

ROBERTO

Por favor, perdóneme…

 

ROBERTO

Chito…  Callado.

 

Roberto se calla por un momento. Mariano elige una ruta, pone la pistola en el canto y acelera. Roberto en el piso, muerto de miedo e  incomodo con la posición, pues su cabeza está doblada y su cara se maltrata contra el piso, trata de acomodarse.

 

LA IMAGEN FUNDE A NEGRO.

 

7. POTRERO. EXTERIOR. NOCHE.

El taxi de Mariano entra en un terreno abandonado y se detiene con las luces encendidas, las únicas que iluminan el lugar y con la niebla le dan un toque fantasmal. La cámara se acerca a la puerta por el lado de Roberto y vemos a Mariano que apaga el motor y mira a Roberto que todavía está arrodillado en el piso del carro. Mariano toma la pistola de su canto y le apunta a Roberto.

 

MARIANO. (Autoritario)

Salga a ver.

 

Roberto se incorpora en el asiento y se soba el cuello con las manos. En el rostro está marcada la textura del tapete del piso, cuatro rayas rojas le cruzan el rostro.

 

ROBERTO. (Suplicante)

Por lo que más quiera parcero, no me vaya a matar.

 

MARIANO

¿Le dije que hablara?  Muévase que me quiero ir rápido.

 

Mariano abre la puerta y se baja mientras le apunta a Roberto que lentamente se baja. Mariano le hace señas para que camine al frente del carro y Roberto obedece, entra en el chorro de luz que le quema la cara, deslumbrándolo. Cuando voltea a mirar temiendo que en cualquier momento le disparen, ve a Mariano que sigue detrás de él  hasta que están a unos tres metros del carro.

 

MARIANO

Ahí no más. Quístese la ropa

 

ROBERTO

Hermanito, usted se ve gente, no me vaya a matar

 

MARIANO (Con rabia Dispara al piso, cerca de las piernas de Roberto)

Que no me diga hermano, no me insulte y se quita la ropa ya.

Roberto respira aceleradamente, el disparo le ha confirmado que Mariano no está jugando y obedece, se empieza a quitar la ropa, se quita los zapatos  los pantalones el saco la camiseta, los dobla y los acomoda en un montón con mucho cuidado, como si fuera lo último a lo que se puede aferrar. Mientras lo hace se persigna y murmura una súplica.

 

ROBERTO

Dios por favor, ayúdeme.

 

Roberto queda en calzoncillos y ahora tirita por el frío de la noche que le cala los huesos, mira a Roberto con aire de súplica, mientras su cuerpo se contrae, está totalmente sometido y ya no queda ni el rastro del hombre agresivo de la primera escena. Mariano da unos pasos hacia él, lo mira, el silencio se apodera de la imagen y sólo es roto por un perro que aúlla en medio de la noche. Mariano queda parado en frente de Roberto y él, en un último intento por salvar su vida, se arrodilla a los pies de Mariano y implora por su vida. Mariano lo mira, una extraña sensación lo recorre, tiene en sus manos a su verdugo y se bate entre el placer y la compasión al ver a un hombre que se humilla. Siempre ha pensado y hablado del poder y fue preocupación constante en sus estudios de filosofía, ahora lo está viviendo. La imagen está suspendida en el tiempo.

 

ROBERTO

Usted tiene familia, tiene un hijo, hágalo por ellos, no me mate.

 

MARIANO

Sí, como hacen ustedes cuando nos matan por dos pesos. Todos los compañeros que han muerto, tenían familia.

 

ROBERTO

Le juro por mi madrecita que está en el cielo, que jamás he matado a nadie. Yo podré ser caspa pero no matón

 

MARIANO

Usted es una plaga,  a la que no le importa nada. Vea (saca las papeletas de droga) para comprar esta porquería iba a utilizar mi plata. ¿Si o no? Como dice uno de mis compañeros, a ustedes hay que limpiarlos, darles plomo.

 

ROBERTO (siente que la muerte le está respirando en la espalda)

Por Dios, le juro que es para mi hijo. Usted no sabe lo que es estar esperando un hijo y no tener trabajo.

 

MARIANO

Si que lo sé, y cuando consigo el trabajo, alguien como usted me roba. Pero lo que más me emputa, es la humillación, ese cuchillo en mi cuello.

 

ROBERTO

Sólo lo hago para asustarlos, para que no pongan problema, pero no más  

 

Mariano engatilla la pistola la levanta para disparar sobre la cabeza de Roberto que ve acercarse la pistola a sus ojos, entonces los cierra y aprieta fuertemente esperando el momento. De repente suena un celular que está dentro del taxi. Mariano, mira extrañado y el aparato suena insistentemente, Roberto abre los ojos, como si Dios hubiera escuchado sus ruegos. El teléfono insiste, Mariano mira a Roberto que desde el piso le indica el taxi con la mirada

 

ROBERTO

Es mi celular, debe ser por mi mujer, déjeme contestar, talvez ya está teniendo el hijo o le paso ó algo.

 

Mariano baja la pistola que apuntaba al rostro de Roberto, que puede respirar y revive sus esperanzas. Mariano se acerca al taxi sin descuidar a Roberto, levanta el teléfono  lentamente y contesta. Roberto aún arrodillado lo mira esperanzado, luego mira a todos lados buscando  el lugar por donde salir corriendo.

 

MARIANO

¿Aló? (pausa) Si (pausa) Claro, muchas gracias.

 

Sorprendido, Mariano sonríe y  se acerca  a Roberto con el celular en una mano y la pistola en la otra, lo mira a los ojos y como si se le hubiera olvidado en lo que estaba

 

MARIANO

Era cierto, era del hospital, su mujer está en la sala de parto y lo están buscando.

 

ROBERTO

Se da cuenta, ahora entiende, soy lo único que tienen mi mujer y mi hijo, no me puede matar

 

MARIANO

Tal vez, aunque hay tantas viudas en este país que una más…

 

ROBERTO

Póngase en mi lugar, que pasaría con su hijo y su esposa si usted muere.

 

MARIANO

En eso pensé cuando tenía el cuchillo en el cuello y por eso no lo debo dejar vivo. Lo mejor es terminar con esto.

 

Mariano  camina nuevamente hacia Roberto y se coloca delante de él.

 

ROBERTO

Déjeme ver a mi hijo aunque sea sólo una vez, después haga lo que quiera.  Sólo una vez, se lo suplico.

 

CORTE A NEGRO

 

8. POTRERO. EXTERIOR. NOCHE

 

Mariano está apoyado en el capo del taxi mirando a Roberto que permanece arrodillado y temblando de frío.  El silencio del momento es interrumpido por el sonido del radio teléfono

 

TAXISTA 1

Cabeza, responda que nos está preocupando. Usted si no se aguanta una broma. ¡Cabeza!

 

Mariano reacciona, se acerca al radio teléfono y responde.

 

MARIANO

Todo bien. Tienen razón  

 

TAXISTA 2

No se preocupe compadre, ese man nos tiene que caer algún día y ahí va a tener su revancha.

 

MARIANO

Seguro, ahora corto, tengo que ir al baño, luego hablamos.

 

Mariano deja el radio teléfono  se acerca un poco a Roberto que está esperando resignado.

 

MARIANO

Póngase la ropa, va a ver a su hijo.

 

ROBERTO

Hermanito gracias, gracias, gracias, yo sabía que usted no era mala gente.

 

Roberto se incorpora, el alma le ha vuelto al cuerpo y rápidamente se pone la ropa, Mariano negando con la cabeza se acerca al taxi, esperando que Roberto termine y lo mira, todavía no sale de su sorpresa, el tipo en realidad va a ser padre.

 

 

9. TAXI, FRENTE AL HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE.

 

Mariano estaciona el carro frente al hospital. Roberto se ha relajado completamente, para él todo es cosa del pasado y Mariano le ha perdonado la vida por eso se dispone abajarse como si Mariano  lo hubiera acercado hasta el hospital.

 

ROBERTO

Bueno muchas gracias. Llave, usted me ha cambiado la vida. Esto ha sido una señal divina y voy a dejar los torcidos y sabe qué, le voy  a poner a mi hijo su nombre, cómo es.

 

MARIANO (frío, quiere ver hasta donde llega Roberto)

Mariano

 

ROBERTO

Eso don Mariano, en su honor así se va a llamar mi hijo. Muchas gracias y hasta luego.

 

Roberto hace el amague de bajarse, pero Mariano lo detiene en el acto.

 

MARIANO

Ehh… eh un momento a dónde va, lo nuestro no ha terminado.

 

ROBERTO (se detiene inquieto)

Pero yo pensé que usted…

 

MARIANO (lo interrumpe)

Mejor no piense tanto y páseme un nylon que hay en la guantera.

 

Roberto revisa en la guantera, toma el rollo de nylon y se lo pasa. Mariano toma el rollo extiende un poco del nylon, lo corta con la boca. Luego dobla en dos la tira, hace un lazo, toma la muñeca de Roberto la amarra y se asegura de que no pueda soltarse.

 

MARIANO

Yo lo voy a acompañar, ve a su hijo y luego volvemos a salir.

 

ROBERTO

Pero don Mariano, para qué, usted sabe que si me deja ir yo ya le juré que voy a dejar el mal camino.

 

MARIANO

Sí, pero yo no estoy tan seguro si lo quiero dejar ir. Vamos a entrar los dos y cuidadito con intentar algo.

 

Mariano hace un nudo corredizo en el otro extremo de nylon y ata su mano, de tal manera que las dos muñecas quedan casi pegadas y por la transparencia del nylon es difícil distinguir que están amarrados. Luego toma la pistola que ha puesto sobre las piernas, abre la puerta y comienza a salir del taxi, arrastrando a Roberto que ahora no dice nada, se limita a salir del carro. Una vez afuera, Mariano se guarda  la pistola en el cinto, acomoda las mangas de la chaqueta de él y la de Roberto, para que disimulen aún más el nylon, asegura la puerta y camina con  Roberto que en principio no camina a gusto, pero Mariano lo obliga.

 

MARIANO (firme)

A ver, como si fuéramos novios y yo soy el que voy a hablar

 

Los dos se alejan rumbo a la puerta del hospital donde se encuentra internada la esposa de Roberto.    

 

 

10. HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE

 

Mariano y Roberto entran en la recepción caminando el uno a lado del otro entre la gente, algún enfermero o médico que pasa, enfermos con cara de dolor que se sientan a esperar que los atiendan. Mariano y Roberto se acercan  a la cámara que está ubicada como el punto de vista de la recepcionista y funciona como su subjetiva.

 

MARIANO

Somos los familiares de la señora Huertas.

 

ENFERMERA (enojada)

Ya era hora señor que se dignara a aparecer. Es el colmo que venga, deje a su mujer tirada y haya que buscarlo para rogarle que venga.

 

MARIANO (se ve sorprendido con la actitud de la enfermera)

Qué pena, estaba ocupado y era un asunto de vida o muerte.

 

ENFERMERA

Si como no, ya me imagino el asunto de vida o muerte. Excusas, excusas, pobres criaturas con esos padres que tienen. Y cómo es posible que no haya alguien más de la familia que esté acompañando a esa pobre mujer.

 

MARIANO

Vivimos solos, no tenemos a nadie.

 

ENFERMERA

Espere en la sala, el parto se ha demorado y todavía no sale. Después lo voy a llamar para que firme unos papeles.

MARIANO

Gracias señorita.

 

Mariano se dirige a la sala de espera, pero Roberto se queda quieto, mirando a la enfermera. Mariano con la mirada le recuerda lo que habían hablado y Roberto no tiene otra que seguirlo.

 

 

 

11. SALA DE ESPERA HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE.

 

Roberto y Mariano permanecen  sentados el uno al lado del otro, unidos por la cuerda de nylon y en silencio. Roberto se mueve inquieto en el asiento y se frota la muñeca porque la cuerda lo lástima. Mariano saca un paquete de maní y tira Manis en su boca mientras da vueltas a sus pensamientos. Roberto lo mira y trata de volverlo a la realidad. 

ROBERTO

Oiga llave, tengo ganas de ir al baño. ¿Hasta cuando me va a tener amarrado?

 

MARIANO (despectivo)

Hasta que se me de la gana.

 

ROBERTO

¿Y qué hago? Tengo que orinar. Suélteme parce, que no me le voy a volar, no voy a dejar a mi hijo.

 

MARIANO (Irónico)

No me diga, entonces ahora le importa mucho su hijo.

 

ROBERTO

En serio, me voy a mear encima.

 

Mariano tira el último maní en la boca  sin desprenderle la mirada a Roberto, luego cierra cuidadosamente el paquetico, lo guarda cuidadosamente en el mismo bolsillo en el que estaba y suelta la cuerda de su mano, dejando libre la de Roberto que siente que lo ha convencido y va ganando la partida.

 

MARIANO

Vaya, y no se demore, no quiero tener que irlo a buscar y ojo si se me pierde voy a buscarlo donde sea y comienzo por su mujer.

 

ROBERTO (finge estar convencido)

Y qué voy a intentar, aunque no me crea si me importa  mi  hijo y estoy seguro que lo que me pasó hoy es una señal divina.

 

Roberto se levanta  de la silla y camina hacia la cámara pasando por delante de ella y esbozando un a leve sonrisa de triunfo, es un papayaso lo que le han dado, ahora tiene que salir de ahí. En el fondo vemos a Mariano que lo sigue con la mirada y la cámara se queda con él durante un momento

 

CORTE A NEGRO.

 

12 BAÑO. INTERIOR. NOCHE.

 

Roberto ansioso está buscando una ventana abierta en el baño, pero todas están selladas para que los ladrones no se entren. Roberto tira de una de las ventanas inútilmente porque está claro que no se pueden abrir. Roberto desiste y camina por el baño como un reo condenado a muerte en la antesala de  la silla eléctrica.  De repente, mira al techo, ve una claraboya y vislumbra la posibilidad de salir por ahí, entonces acerca el tarro de la basura, se encarama e intenta alcanzar la claraboya, pero está muy alta, mira a su alrededor, ve otro tarro de la basura se baja, lo toma para ponerlo encima del otro y poder alcanzar la claraboya,  pero en ese momento abre la puerta Mariano y Roberto con el tarro en la mano se queda mirándolo.  

 

MARIANO

¿Qué, vino a mear o a cambiar la decoración del baño?

 

ROBERTO (Inventando)

Me pareció que  la caneca es más útil cerca de la puerta, pero ya salía para allá.

 

Mariano sonríe irónico mientras camina hacia Roberto, que  permanece con el  tarro e la mano.

MARIANO (irónico)

Claro. La caneca está mejor en la puerta, muy loable su preocupación.

 

ROBERTO

No me diga que desconfía de mí.

MARIANO

Claro que sí, desconfío plenamente. Lo dejé venir porque quería confirmar que no es un hombre de palabra.

 

ROBERTO

Don Mariano cómo se le ocurre.

 

Mariano se acerca  a Roberto, toma la cuerda de Nylon que todavía pende de su muñeca  y vuelve a ajustarla a la suya.

 

MARIANO (Irónico)

Además tengo ganas de orinar y necesito compañía para no sentirme solo.

 

Mariano se dirige a los orinales y Roberto no tiene de otra que seguirlo porque está amarrado.  Mariano se para frente al orinal y la imagen de su rostro se refleja en el espejo que hay pegado a la pared. Mariano clava la mirada en sus ojos, mientras se abre la bragueta del pantalón y se dispone a orinar. Como Roberto está atado a esa mano, tiene que seguir los movimientos de Roberto bajándose la cremallera.     

 

MARIANO (En autorreflexión con el espejo)

Es increíble que esté en esta situación. He  pensado, leído y reflexionado sobre el hecho de matar a alguien, de lo que significa quitarle la vida a una persona y mírenme aquí, decidido a pegarle un tiro a usted.

 

ROBERTO

Pero cómo así. Usted había decidido que…

 

Roberto como en un acto automático, también abre la cremallera y comienza a orinar mirándose al espejo. Los dos intercambian miradas por el espejo

 

MARIANO

No he decidido nada. Siempre pensé que la pena de muerte era una aberración, un acto que degradaba al ser humano, de eso trataba mi tesis de filosofía en la Universidad. Pero ahora no me parece que sea así, es más no me parece tan difícil hacerlo, es cuestión de jalar el gatillo y ya. Como matar un zancudo, un pollo o una rata.

 

ROBERTO

¿Entonces estuvo en la Universidad?

 

MARIANO

Si, gasté mucho tiempo de mi vida escribiendo la tesis. Y ahora voy a hacer todo lo contrario de lo que planteaba en ella, qué ironía no.

 

ROBERTO

Pero usted es una persona pensante, usted es alguien, ha estudiado no se va a ensuciar las manos matándome. No puede pensar que  matarme es igual que matar un zancudo porque somos seres humanos. Usted tiene corazón.

 

MARIANO

Se equivoca, la que manda aquí es la cabeza. Soy filósofo y ahora me doy cuenta que no sólo es fácil, sino que me gusta y es necesario para controlar la multiplicación de los delincuentes como usted.

 

ROBERTO (Lo confronta)

¿Y cree que yo me voy a dejar matar? Ahora salgo al corredor y comienzo a gritar que me secuestró, y va a terminar en la cárcel.

 

MARIANO  

Tal vez, me gustaría que lo intentara, o que intentara quitarme la pistola aquí. Tal vez no le de un tiro, tal vez lo entregue a la policía y llame a mis compañeros para que esperen a que lo suelten.

 

ROBERTO  (confundido)

Don Mariano, ¿usted está bromeando cierto?

 

 Mariano deja de mirar el espejo y voltea su rostro para mirar fijamente a Roberto.

 

MARIANO (Mirando a Roberto fijamente a los ojos)

Nunca había  sido tan serio en mi vida.

 

Mariano se sacude el pene y sube la cremallera de su bragueta. Roberto también termina, sube la bragueta y sigue a Mariano que ha adoptado un aire frío en su rostro. Los dos se dirigen al lavamanos  para lavarse las manos.

 

LA ESCENA FUNDE A NEGRO.   

 

 

13. SALA DE ESPERA HOSPITAL. INTERIOR. NOCHE.

Mariano y Roberto están sentados nuevamente en la sala de espera en silencio. Roberto trata de buscar conversación, no sabe si creerle o no a Mariano

 

ROBERTO

Cómo es que  todo un universitario está manejando un taxi.

 

MARIANO

Las cosas del sistema, no hay trabajo y el poco que hay tenemos que disputárnoslo como fieras

 

ROBERTO

Pero no entiendo, una persona tan inteligente, tan buena gente y que se ve que piensa y desperdiciado.

 

MARIANO

Yo tampoco lo entiendo son años quemándome las pestañas, leyendo,  preguntándome sobre la existencia, aguantando hambre para que un día cualquiera venga una peste como usted y me mande al otro mundo. Pero este es el país del sagrado corazón, todo está al revés, a los criminales los dejan libres y los premian, les dan carro, casa y beca. Por eso es hora de actuar y corregir al menos en parte la situación.

 

 

 

ROBERTO

Mariano créame que lo entiendo, yo también soy víctima del sistema como usted dice. Yo también he luchado mucho, y he buscado trabajo, pero de verdad no hay. Yo no sé de donde saca el gobierno que todo está mejorando.

 

MARIANO

Oiga, no se haga el vivo, una cosa es que uno no consiga trabajo y otra es joder a la gente, robarla y gastarse la plata en maricadas.  Yo ya he decidido que es culpable y va a comer tierra hoy mismo.

 

ROBERTO (se mueve inquieto y busca soltarse de la cuerda)

Ah no, le aseguro que no me voy a dejar matar. Suélteme ya, acabemos con esta guevonada o lo voy a denunciar.

 

Mariano clava la mirada en los ojos de Roberto que se la sostiene y se va levantando poco a poco del asiento con la intención de pedir ayuda, pero cuando lo va  a hacer lo interrumpe la voz de la enfermera. Los dos miran al lugar de donde se origina la voz.

 

ENFERMERA  (voz en off)

Don Roberto Hernández.

 

MARIANO

Aquí, señorita.

 

Mariano y Roberto se ponen de pie. La cámara busca a la enfermera que tiene al niño de Roberto en los brazos  envuelto en una sábana. La enfermera se acerca con el niño y se dirige a Mariano

 

ENFERMERA

Lo felicito es un niño muy bonito.

 

Mariano y Roberto se quedan mirando al niño, la ternura se apodera de sus rostros, no son ni rastro de los hombres que han discutido antes. La enfermera sonríe y en un gesto automático le ofrece el niño a Mariano que no tiene tiempo de rechazarlo.

 

ENFERMERA

Álcelo un momento,  luego me lo tengo que llevar a bañar, a pesar y que lo valore el pediatra.

 

Mariano recibe el niño en sus manos con mucho cuidado, como si se pudiera romper y Roberto mira a su hijo con ganas de hacer lo mismo. La enfermera se aleja un momento a hablar con un médico que pasa en ese momento. Mariano mira a Roberto y le pasa al niño. Roberto lo recibe emocionado. La ternura lo invade  como si se olvidara de todo lo que está pasando y sólo existiera el niño.

 

ROBERTO

Hola, quihubo campeón, soy su papá

 

La enfermera termina de hablar  y se acerca a ellos.

 

ENFERMERA

Me lo tengo que llevar, y el niño no tiene nada de ropita, tienen que traerle una mudita y pañales, porque con qué lo voy a vestir

 

ROBERTO

Sí señora, yo se los voy a traer

 

ENFERMERA

Por favor, es muy triste que un bebé llegue a este mundo y no tenga su ropita. Así que lo espero y tráigale también ropa a su mujer.

 

Mariano y Roberto asienten al mismo tiempo

 

MARIANO Y ROBERTO

Sí claro.

 

La enfermera se aleja con el niño. Mariano y Roberto la miran alejarse y luego se miran entre ellos. Vuelven a la realidad y a lo que tenían pendiente.

 

ROBERTO

No es hermoso mi hijo.

 

MARIANO (Seco)

Sí. Muy bonito, ahora vamos.

 

ROBERTO

¿Ir, a dónde?

 

MARIANO

Pues por la ropa que le tiene que traer. O no oyó a la enfermera  que ni siquiera tiene con qué vestir al niño.

 

ROBERTO  (dudando, lo ira ya no sabe si le habla en serio o no)

Ah sí, claro

 

MARIANO  (En un tono amigable, dándole confianza)

¡Vamos! Lo acompaño, espero que tenga la ropa en la casa.

 

ROBERTO (Confiado)

Sí, creo que mi mujer le tenía algo.

 

Roberto asiente y los dos salen del hospital

 

 

14. TAXI. INTERIOR. NOCHE.

 

El taxi avanza por la ciudad. Roberto se soba la mano que ha tenido atada y que Mariano acaba de desatarle. Está relajado y hasta emocionado con el tema de su hijo. Mariano guarda silencio mientras conduce y por un momento siente la incomodidad de la pistola, la saca  la pone debajo del asiento. Roberto se da cuenta del lugar donde pone el arma.

 

ROBERTO

Es un buen actor, por un momento me creí el cuento de que me iba a matar. Pero una buena persona como usted no podía ser así.

 

Mariano no responde, sigue conduciendo con la mirada puesta en la calle. Roberto lo mira esperando algún comentario, pero como no lo hay, insiste.

 

ROBERTO

¿Sabe qué me gustaría? Que una persona como usted, educada y todo un caballero fuera el padrino de mi hijo.

 

Mariano sigue sin responder. Roberto se da cuenta que la ruta que llevan no lo lleva  a su casa. 

 

ROBERTO

Oiga, vamos mal, por aquí no es mi casa, tiene que buscar la 68.

 

Mariano lo voltea a mirar.

 

MARIANO (en tono frío)

No vamos para su casa, vamos a ir donde dejamos nuestro asunto pendiente.

 

ROBERTO

Cómo así, entonces era mentira y me dijo que me acompañaba para…

 

MARIANO

Para sacarlo del hospital. Yo le dije vamos ve a su hijo y seguimos con lo que comenzamos. Era  en serio.

 

ROBERTO

Pero no puede ser, tiene que dejarme salir, usted vio a mi hijo, no puede ser tan insensible.

 

MARIANO.

Ehh, ooh, claro que no.  Y no comience a llorar ahora, agradezca que tuvo unas horas más de vida, ya era de que estuviera muerto.

 

 

Roberto mira a Mariano incrédulo.

 

LA ESCENA FUNDE A NEGRO.

 

 

15. ENTRADA POTRERO. INTERIOR. NOCHE

 

Mariano detiene el carro en el  mismo potrero donde estuvieron antes.  Los dos están en silencio, pero Roberto no está dispuesto a dejarse matar, entonces se quita la cadena que tiene colgada al cuello.

 

ROBERTO

Quiero que le entregue esta cadena a mi hijo, que él tenga algo de su padre.

 

Mariano lo mira sin contestar nada.

 

ROBERTO

Por favor, es lo único que le pido.

 

MARIANO

Está loco, como pretende que haga eso, no se da cuenta que lo voy a matar.

 

Roberto extiende la cadena e intencionalmente la deja caer debajo del asiento. Inmediatamente se agacha con la intención de recogerla, Mariano reacciona, los sentimientos son encontrados.

 

MARIANO

¿Qué hace?

 

ROBERTO

Se me cayo, pero ya la recojo.

 

Roberto sale de debajo del asiento y aprovechando un descuido de Mariano, pone hábilmente la pistola que ha recogido atrás de su espalda, mientras le ofrece con la otra mano la cadena y como Mariano no la acepta, la pone  cerca del timón, para que Mariano la pueda coger.

 

MARIANO

Bájese.

 

Roberto obedece, se baja lentamente, pero esta vez mariano permanece en el taxi sin la intención de bajarse, luego toma la cadenita que le ha dado Roberto y se la alcanza.

 

MARIANO

Tome, entréguesela usted mismo. Después de ver ese niño, no podría matarlo. No soy un asesino. Lárguese.

 

  ROBERTO

Yo sabía, usted si es gente, ojalá todos pudiéramos ser como usted.

 

MARIANO

Bueno, tómelo como un regalo de su hijo, haga algo por su vida, no le deje ver que es una rata. Ese niño merece un mejor destino.

 

ROBERTO

Claro que sí, no lo dude y lo de ponerle su nombre es cierto, se va a llamar Mariano.

 

MARIANO

Bien. Entonces suerte, porque si mis compañeros o yo lo volvemos a encontrar en estas, no voy a dudar en jalar el gatillo.

 

ROBERTO (levanta la mano como haciendo un juramento)

Es una promesa llave.

 

Mariano enciende el motor del carro y comienza a echar reversa para buscar la calle. Roberto ve como se aleja. La cámara en un plano general nos deja ver la espalda de Roberto y la pistola que se ha puesto en el cinto y al fondo el carro de Mariano que se aleja del lugar.

 

 

16. TAXI. EXTERIOR. NOCHE.

 

Mariano conduce el taxi buscando una vía transitada. Por un momento piensa en dejar la pistola en un lugar más adecuado, en la guantera por ejemplo, entonces mete la mano debajo del asiento y tantea buscándola pistola, como no la encuentra, para, revisa y se da cuenta que Roberto tuvo que haberla cogido.

 

MARIANO

Pero que imbécil, esto sólo me pasa a mí  

 

Renegando arranca el taxi que se pierde en medio de la noche.

 

 

LA ESCENA FUNDE A NEGRO mientras escuchamos la radio de los taxistas que hacen chistes.

 

 

 FIN

 

 

 

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